IMPORTANTE PARA NUEVOS LECTORES



Hola, si es la primera vez que entras en mi blog, quiero comentarte que estamos contando una historia biográfica y por lo tanto, debes comenzar a leer por el artículo más antiguo. De lo contrario, la historia no tendrá sentido. Gracias por seguirnos.

miércoles, 1 de octubre de 2014

EL MOMENTO DE NACER.

Hola, ya ha pasado una semana y aquí estoy de nuevo.

Por fin después de casi nueve meses perfectamente normales, evidentemente con las molestias típicas de un embarazo, llegó el día esperado.



Eran las 6,45 h de la mañana, del 12 de marzo de 1998, estábamos durmiendo y al incorporarme noté que un globo se pinchaba entre mis piernas, llamé a Juanjo (mi marido), había roto aguas.
No teníamos que ponernos nerviosos, todavía no habían llegado las contracciones. Tranquilamente llamamos a la comadrona para contarle lo sucedido, nos dijo que fuésemos hacia la clínica que ella luego nos visitaría.
Al poco tiempo empezaron las contracciones y antes de marchar al hospital avisamos a la familia.

Recuerdo que era un día lluvioso, con mucho tráfico y nosotros teníamos prisa, las contracciones eran cada vez más seguidas y fuertes.

Al llegar a la Clínica Rotger avisaron con urgencia a mi comadrona. En mi primer reconocimiento ya estaba bastante dilatada, me llevaron a quirófano para ponerme la epidural. ¡Que maravilla, ya no tenía dolor!
Llegó el momento, iba a nacer nuestra hija Elena.


Nos trasladamos al paritorio, digo nos, porque Juanjo estuvo en todo momento a mi lado dándome la mano y apoyándome en un acontecimiento tan bonito como es el nacimiento de tu hijo.


Mi ginecólogo, el Dr. Moral, nos estaba esperando. Con un pequeño empujón salió la cabecita de nuestro bebé. Pero nuestra alegría duró poco, su pequeño cuerpecito no salía, por mucho que yo empujara.

Todos empezamos a ponernos nerviosos, por más fuerza que hacía  no conseguía que saliera, la estaba ahogando. La comadrona  estaba encima de mí presionándome la barriga. El Dr. con los fórceps y no lográbamos sacarla. Yo me desmaye del dolor, la epidural ya no tenía efecto, estaba sin fuerzas, no podía soportar aquel terrible sufrimiento.

En ese momento, nos dimos cuenta de que algo no iba bien. El Dr. empezó a cortarme para poder sacar al bebé. Mientras,  la comadrona avisaba por teléfono a todos los pediatras de la clínica para acudir al paritorio; teníamos problemas. Acto seguido, empezaron a llegar varios médicos; esos instantes me parecieron horas eternas, pero… por fin nació.

Algo no iba bien, la cogieron, la llevaron a una sala apartada, no lloraba. Nosotros entre llantos pensábamos que había fallecido. En ese momento se te viene el mundo encima, es una sensación inexplicable. Pero ocurrió un milagro, Elena quería vivir. Muy a lo lejos oímos sus llantos. Nos alegramos muchísimo pero sabíamos que algo le pasaba. Su pequeño abdomen estaba muy distendido y no era normal. En la clínica no había UCI pediátrica. Los médicos decidieron trasladarla a otro hospital (Son Dureta) y una ambulancia vino a buscarla rápidamente.

Todo fue tan rápido, que todavía me estaban cosiendo los puntos y nuestra hija ya estaba de camino al otro hospital.

Te sientes tan mal, una sensación de vacío. Ni siquiera pudimos ver su pequeña carita.
Llegaba el momento más duro. ¿Cómo le cuentas a tus familiares que están esperando en la habitación, con los brazos abiertos, para recibir a tu bebé, todo lo sucedido en el paritorio?

Tampoco les podíamos explicar mucho, no sabíamos exactamente lo que le pasaba a nuestra pequeña. Así como pudimos, entre llantos, les relatamos lo ocurrido, no se lo podían creer.
Al cabo de unos minutos, entró en la habitación mi ginecólogo para explicarnos lo que podía tener Elena. Nos dijo que con ese abdomen tan distendido tenía un problema en los intestinos que estaban anudados u obstruidos por algún motivo.

Durante toda la tarde tuvimos llamadas y visitas, una tarde muy dura para nosotros. Tener que explicar a todos lo sucedido y  recordarlo continuamente. 

Sobre las 20 h, Juanjo recibió una llamada. Eran los médicos de Son Dureta que iban a meter a Elena en el quirófano. Sin yo enterarme, él y mi suegra salieron hacia el hospital.
La operación duró unas tres horas. Los médicos no le dieron muchas esperanzas de vida. Tenía un vólvulo intestinal con perforación, todo el meconio estaba esparcido por el interior de su cuerpo.  Había muy pocas posibilidades de sobrevivir y teníamos que esperar su evolución.
Sobre las 12 de la madrugada, volvieron a la clínica, donde yo, inocente de mí, no sabía nada. Me explicaron lo ocurrido, sin muchos detalles para evitarme mayor sufrimiento. Fue una noche larguísima, no podíamos dormir dándole vueltas a la cabeza. Pero nadie expresaba sus sentimientos para no preocupar al prójimo.

Todos pensativos, ausentes, tristes pero a la vez dándonos ánimos los unos a los otros...
Nos volveremos a ver muy pronto. Gracias por seguirme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario