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Hola, si es la primera vez que entras en mi blog, quiero comentarte que estamos contando una historia biográfica y por lo tanto, debes comenzar a leer por el artículo más antiguo. De lo contrario, la historia no tendrá sentido. Gracias por seguirnos.

miércoles, 22 de abril de 2015

10 DE JULIO DE 2000, LLEGÓ LA LLAMADA ESPERADA

Nuestra próxima revisión sería en tan solo un mes, el 30 de Mayo volaríamos hasta Madrid. Teníamos que aprovechar los días puesto que veíamos que el estado de Elena empeoraba. Y me imaginaba  por los comentarios  hechos por el Dr. Esteban, nuestro hepatólogo, que pronto se terminarían nuestras vacaciones en Mallorca.

Los días se alargaban, llegaba el verano. El calor y la humedad se notaba en el ambiente. Apetecía pasear por el paseo del Arenal, el cual rodea toda la costa. y eso es lo que hacíamos casi todos los días,  después nos parábamos  en la arena para que Elena jugase con ella. Algunos de esos días incluso nos refrescamos los pies. 
¡Cómo le encantaba! 

Recuerdo que cada día teníamos que hacer una parada por la tienda de mi hermana Carol. Le gustaba estar sentada en el mostrador y cobrar a la gente. 

En casa realizamos unos cambios, mientras se construía la nueva vivienda. Teníamos una salita, la cual trasformamos en una habitación de juegos. Elena allí era feliz. Le gustaba jugar a comiditas. ¡Cómo se amortizo esa cocina! Se pasaba horas, quitando y poniendo la mesa. Dándole de comer a sus muñecas. ¡Cómo disfrutaba de verla tan contenta!


Y cómo no, los viernes nuestra cita con las palomas en la Plaza España. 

Las horas corrían rápidas, quería que el tiempo se parase para así poder disfrutar más tiempo de ella. Y que ella lo aprovechase al máximo.

Era sobre el 25 de mayo. En uno de los cambios de pañal, me encontré unas hebras de sangre entre sus heces. El mundo se me vino encima. Ya sabía lo que significaba eso. Enseguida llamé al Dr. Esteban. Él nos dijo que la vigilásemos y que si aumentaba la cantidad de sangre nos marchásemos a Son Dureta (el hospital). Como quedaban  pocos días para nuestra revisión a Madrid, nos aconsejó que esperásemos. Pero que viniésemos preparados para quedarnos una larga temporada, porque  para Elena era mejor tenerla controlada desde el Hospital La Paz. 

Ya sabíamos el final que podía tener si no llegaba un donante a tiempo. Era mejor no pensar, pero todos sin comentar nada al respecto, lo pensábamos.

Durante esos días nos fuimos despidiendo de la familia. ¡Qué momentos más difíciles! Porque no sabíamos si regresaríamos de nuevo con ella. Entre lágrimas lo hicimos. No os puedo expresar con palabras la angustia que sentíamos todos. Solo nos mirábamos entre nosotros y apenas se oían comentarios. 
Rufo se fue a vivir con mi hermana Carol. Y mi hogar se quedaría vacío durante un tiempo.

Desde que nació Elena nuestras suplicas eran continuas. No le faltaba al Cristo de la Sangre su cirio todas las semanas. Mi suegra durante mucho tiempo fue, todos los domingos, a visitar a la Virgen de Lluc. Incluso se marchó unos días hasta Fátima, a ver a su Virgen. La Virgen de la Cabeza, que esta en Andujar - Jaén, también recibió sus velas. Nuestros familiares que viven allí eran los encargados de llevárselas.
Nuestras suplicas aumentaron pidiendo solamente una cosa... un milagro para nuestra niña. Se merecía una oportunidad más. No podíamos quedarnos a las puertas de un trasplante.  

Era 30 de Mayo, fue un día triste, una dura despedida. 

Cuando llegamos a Madrid. Todos nos estaban esperando, ya sabían en el estado que llegaba Elena. 

Nuestra sorpresa fue cuando nos dieron nuestra habitación, como de costumbre, y nuestro amiguito Javi no estaba. ¡Qué miedo preguntar! Javi había fallecido hacía tan solo unos días. El mundo se me vino encima, la cabeza solamente pensaba que la próxima sería mi niña. No podíamos terminar de esa manera, después de tanto luchar y sufrir, no era justo.

Otro muro que puse en mi cabeza. No me imaginaba la vida sin mi hija. Ella era todo para mi.

El Dr. Esteban habló un buen rato con nosotros. Nos explicó en la situación que estábamos. Sus palabras nos tranquilizaron, pero nos puso sobre aviso. Él siempre ha sido y es, un Dr. con un corazón enorme. Su apoyo fue incondicional. Siempre nos daba ánimos y veía el lado positivo de las cosas. Él quería mucho a Elena, yo lo sentía. 

Elena se volvió a adaptar bien al hospital. Durante los primeros días, fueron pruebas y más pruebas. Para comprobar su estado general. 
Las analíticas eran continuas. Y no con muy buenos resultados. Su hígado empeoraba muy rápidamente. Algunos días había que trasfundirla.  
En esos días, nuestras salidas eran por el pasillo de la planta. Donde dábamos largos paseos pasillo arriba, pasillo abajo. Y en alguna ocasión visitábamos  "La Pajarera" el parque que está dentro del hospital.


Nos faltaban rincones de Madrid por conocer y decidimos hacer turismo todos los días que Elena estuviese bien. Y nos diesen permiso para salir durante la parada de la nutrición parenteral. 
Pero siempre pendiente del móvil.

El 1 de Julio vimos Madrid desde el teleférico. Las grandes alturas no le asustaron. ¡Qué bonito paisaje desde tan alto!





La bilirrubina estaba por las nubes. No importaba hacer ninguna prueba para saberlo. Simplemente mirando el color amarillento de su piel y el de sus ojos. Su piel rosada se había convertido en morena, parecía que había estado tomando el sol, pero con un fondo amarillento. Y sus ojitos, casi sin brillo, del color azafranado que tenían. La mirabas a la cara y no parecía mi niña, su expresión estaba cambiando. Aunque con lo malita que estaba, nunca perdió la sonrisa que le caracterizaba. Su alegría nos mantenía vivos a nosotros. Nos cargaba las pilas de energía para seguir aguantado una batalla que ya duraba 28 meses y que veíamos que al final la perderíamos. 


Era 9 de Julio. Durante unos días las enfermeras nos habían guardado los panecillos de las bandejas. Nuestra próxima salida sería al Parque del Retiro. Ese día fue especial, Elena estaba muy emocionada. Les dimos de comer pan a las enormes carpas del estanque. Paseamos por los jardines y vimos un montón de estatuas humanas. ¿Quién se imaginaba que iba a ser nuestra última excursión antes de...? 

Al día siguiente, tuvimos que pedir permiso para salir. Elena había estado por la noche con un poco de hemorragia. Los médicos nos dieron permiso con la condición que no nos alejásemos del hospital. Nosotros solo queríamos ir a comer los tres juntos, para luego regresar. Hicimos caso a su recomendación, y nos acercamos hasta "La Vaguada" que está a tan solo cinco minutos en coche del hospital. 

Entramos en nuestro restaurante favorito "Vips". Nos sentamos en la zona donde teníamos costumbre. El camarero nos tomó nota. Recuerdo que Juanjo se pidió  unas judías con jamón y yo una pechuga vilaroy. 

Eran aproximadamente las dos y media del mediodía, el camarero nos trajo el pedido. Y a los pocos segundos, ni siquiera habíamos probado la comida. Sonó el teléfono de Juanjo con un número desconocido. Contestó la llamada, y su cara se fue trasformando por momentos. Yo le miraba, con los ojos llenos de lagrimas. Era Araceli, la supervisora del hospital, dándonos una buena noticia. Fue la llamada que llevábamos un año esperando. ¡Había un donante compatible para nuestra niña!
Llamamos al camarero para pagar la cuenta. Se extrañó que nos marchásemos sin probar la comida y nos preguntó el motivo. Le dijimos que nos habían llamado del hospital y teníamos que ir con urgencia. El gerente del restaurante, que nos conocía por ser clientes asiduos, se acercó y nos  vio tan apurados que no nos quiso cobrar. 
Cogimos a Elena. Apresuradamente bajamos por las escaleras hasta el parking  y nos montamos en el coche.
El camino hasta el hospital fue eterno. Nuestra alegría se expresaba con lagrimas. En el trayecto, empezamos a llamar a toda la familia para darles la feliz noticia y para que se organizaran para  venir lo antes posible a Madrid. ¡Nos llegaba la oportunidad esperada y deseada durante tanto tiempo! 

Cuando llegamos al hospital y subíamos la cuesta de urgencias, salían por la puerta el Dr. López Santamaría y el Dr. Murcia.  Ellos eran los cirujanos que iban a realizar el trasplante a nuestra niña.  Se acercaron y nos comentaron que salían en helicóptero con destino a Valencia. Allí había fallecido un niño de tres años compatible con Elena. Entre sus manos cargaban unas neveras donde transportarían los órganos. Nos dijeron que sería una operación complicada y de larga duración. Pero que Elena era muy fuerte y que confiásemos en ella. En quirófano no estaría sola, tendría un gran equipo médico que la iba a tender. Nos despedimos deseándoles suerte y subimos a la planta.

Eran casi las tres de la tarde, cambio de turno. En la planta había mucha emoción, alegría y nervios. Todas las enfermeras nos esperaban con impaciencia, entre lágrimas nos abrazamos. Ellas sabían que nos esperaba una durísima batalla y nosotros nos la podíamos imaginar.

Nos despedimos de las enfermeras del turno de la mañana y nos quedamos con las de la tarde. Ellas fueron las que prepararon a nuestra niña para entrar en quirófano. Analíticas, ecografías, radiografías, lavado intestinal, cogerle otra vía... un sin fin de cosas.  Mientras nosotros estábamos en todo esto, en Mallorca estaban buscando vuelos como locos. Era pleno Julio, ya os lo podéis imaginar. Fue una locura poder salir de la isla. 

Mi suegra que cuando la llamamos estaba en la peluquería, al  terminar, se fue directamente al aeropuerto, sin nada de equipaje. 
Cuando llegó allí, aquello era un caos. Tuvo que ir de compañía en compañía para embarcar en el primer vuelo que saliera con destino a Madrid. Después de ir de aquí para allá, salió de la isla con la esperanza de llegar a tiempo para ver a Elena antes de entrar en quirófano. Finalmente lo consiguió, eran sobre las cinco de la tarde cuando apareció  mi suegra por la puerta. ¡Qué alegría! había llegado a tiempo, Elena estaba todavía con sus pruebas. 

Menos mal que era verano, mi sobrina no tenía colegio, y  así mi cuñada, su marido y Eliamar también pudieron hacernos compañía. Prepararon maletas y se desplazaron al aeropuerto. Marcelo, mi cuñado, trabajaba en Iberia, y después de una larga espera cogieron un avión de dicha compañía. 

Mi madre estaba de baja por depresión, y se encontraba en casa cuando la llamamos. Localizó a su supervisora para avisarle, ya que con su enfermedad tenía que pedir permiso para poder desplazarse hasta Madrid. Mi padre, estaba trabajando. Ella fue corriendo a recogerlo y se marcharon a casa para ducharse y  preparar las maletas. Mi pobre abuela, allí se quedo preocupada, ella no podía venir a estar con nosotros. 

Mis hermanas y mi otro cuñado, por motivos de trabajo y estudios, no pudieron venir. Se tendrían que esperar hasta el fin de semana.

Mientras, en la planta de cirugía, se esperaba con mucha preocupación una gran operación, que haría historia en la cirugía. Iba a ser el primer trasplante combinado, intestino e hígado, realizado en España. Mi niña iba a ser la protagonista de la historia. ¡Qué miedo, pero a la vez qué alegría! Nunca sabes si haces lo correcto en estos casos. Si no hacían ese trasplante mi niña fallecería. Teníamos que intentarlo aún sabiendo que quizás no la volvería a ver la despierta. ¿Qué hacíamos? había que darle esa oportunidad.

Las horas pasaban y el resto de la familia todavía no había llegado. Eran las ocho y media de la noche, Elena estaba lista para marchar... entró por la puerta Marcos, el celador. Mi cuerpo se vino abajo, temblando, tiritando de miedo y angustia. Mi respiración se entrecortaba, tenía el corazón acelerado. Abracé a mi niña con mucha fuerza... 

El largo pasillo, hasta llegar a las puertas de quirófano, lo veía borroso, el miedo podía conmigo. Mi pobre niña había entrado muchas veces por esas puertas, pero esta vez era diferente... 

El celador le dio al botón y Elena entró... que momento tan duro y difícil. Fuera nos quedamos abrazados y con los dedos cruzados mi marido, mi suegra y yo. Entre lágrimas suplicábamos, en nuestros pensamientos, que todo saliese bien y que Elena regresase con nosotros. 

A los pocos segundos asomaron por el pasillo el resto de la familia, ellos no tuvieron la oportunidad de darle el último beso de despedida...



Esta foto fue tomada ese mismo día, cuando regresamos al hospital después de la llamada...

Nos vemos el próximo miércoles.

2 comentarios:

  1. Dios mio..no tengo palabras, como madre de una niña no me puedo imaginar ni quiero verme en una situacion asi.Primero notar como tu hija se apaga poco a poco y que la solucion a esto sea una operacion a vida o muerte... Se me han saltado las lagrimas..he tenido que dejar de leer beber agua y volver..que duro. Duro y real como la circunstancia que os toco vivir. Un beso de tu fiel seguidora Inma

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  2. Inma, fue muy dura esa despedida sin saber que iba a pasar. Pero había que intentarlo. Gracias por estar conmigo todas las semanas. un bs

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