Nosotros íbamos preparando las maletas porque en cuanto estuviera mejor nos marcharíamos a casa.
Costó mucho que nuestra niña se estabilizara ya que siempre había algún detalle que no estaba perfecto para que los médicos tomaran la decisión de dejarnos marchar.
Cuando todo parecía controlado y decidieron darnos el alta, Elena empezó con fiebre. ¿Pero que tendría ahora? De nuevo a hacer pruebas, analíticas, etc., sospecharon que podía tener la varicela ya que había estado en contacto con ella. Su primita Eliamar y Juanjo habían estado días atrás con dicha enfermedad. Por eso sospecharon que Elena podría estar incubándola. Le administraron la medicación oportuna y tuvo que estar en cuarentena para no contagiar al resto de los nenes de la planta.
Pasados unos días, desapareció la fiebre y la varicela nunca dio ninguna señal exterior, nunca supimos si fue un brote o no.
Nuestra pequeña ya estaba recuperada, aunque por las noches necesitaba sus gafitas de oxígeno. Pienso que a los médicos les daba reparo dejarnos marchar, ya que estábamos a un montón de kilómetros del hospital, y aunque en Mallorca estaba ''Son Dureta'' no era lo mismo. Pero tenían que tomar esa decisión, por fin el 11 de Junio después de seis meses de estar fuera de nuestro hogar regresamos a él.
Yo, aunque tenía muchísimas ganas de estar de nuevo en mi casa y dejar atrás esos meses tan duros, el miedo seguía presente.
Entre lágrimas y alegría nos despedimos de nuestra gran familia, enfermeras, médicos, nuestros amiguitos de la planta... para coger un avión rumbo a la isla de Mallorca donde nos esperaban con impaciencia nuestra otra familia.
Elena lo había conseguido, superó un linfoma de alto grado con todo lo que eso conlleva... cirugías, biopsias, analíticas, broncoscopias, pero lo más duro de este proceso fueron los efectos secundarios de la maldita quimioterapia. Fueron seis meses que recordaré toda mi vida, donde luchamos junto a ella. Nos dio a todos un ejemplo de superación y valentía, había que dejar aparcado el pasado y vivir el presente, estaba con nosotros y nos tocaba disfrutar al máximo.
De nuevo en casa, nos parecía mentira pisar tierra mallorquina. Nuestra familia estaba loca de contenta ya que habíamos regresado con Elena, porque durante esos seis meses tuvimos el miedo en varias ocasiones que eso no se cumpliera.
Nuestra próxima revisión sería el 3 de Julio, justo pasar la boda teníamos que regresar para comprobar que todo seguía correcto. Tanto los médicos como nosotros no nos fiábamos de ese cuerpecito tan pequeño que nos tenía acostumbrados a darnos sustos continuamente.
No nos lo podíamos imaginar, tan solo habían pasado unos días cuando nuestra pequeña empezó de nuevo con fiebre. La maldición nos perseguía a donde fuésemos, solo cinco días de bienestar. La lleve al hospital, a Son Dureta, y allí nos dejaron ingresados. Íbamos de hospital en hospital. Con esta noticia todos nos pusimos muy nerviosos estamos a pocos días de la boda y era complicado cancelarla. Mi hermana y mi cuñado se tenían que haber casado el año anterior pero con la enfermedad de Elena cambiaron los planes. Nos quedaba esperar de nuevo su mejoría y que los médicos no decidieran trasladarla a Madrid. Ellos se pusieron en contacto con nuestros médicos madrileños y decidieron tratarla con ''Aciclovir'' por la sospecha de la dichosa varicela. En unos días la fiebre remitió y la varicela no apareció ¿Qué había tenido? nunca se supo. Entonces nos dieron el alta con la condición que yo en casa le administraría el antibiótico por el hickman, y así lo hice.
Cruzamos los dedos para que Elena no enfermará de nuevo, empezaba la cuanta atrás.
¡Y por fin llego el gran día!
Durante la mañana estuve en la peluquería. Juanjo mientras, fue a la floristería para decorar el coche porque nosotros éramos los encargados de llevar a los novios.
Ya estábamos listos para marchar hasta casa de mi madre para recoger a la novia. ¡Qué bonita estaba mi niña! Ella rebosaba felicidad estaba tan contenta y a la vez tan nerviosa que no paraba de decir: "mamá voy como Bella" solo se tocaba el vestido y se lo miraba. Y yo no me creía poder ver este momento, iba con mi marido y mi niña de camino al Molinar, donde nos esperaban todos muy emocionados y felices. Había llegado el día esperado y estábamos todos juntos.
¡Qué momento más bonito! Cuando vi a mi hermana vestida de blanco, estaba espectacular. Su rostro reflejaba felicidad y emoción. ¡¡Nuestro sueño se estaba haciendo realidad!!
Muy a mi pesar no pude ayudar a mi hermana con los preparativos de su boda. Los kilómetros de distancia me lo impidieron pero aun así me hicieron partícipe de todos ellos. Mi madre cada vez que venía a Madrid me traía fotos de las pruebas del vestido, de los recordatorios... me tenían informada de cada detalle. Para que yo me sintiera más cerca de ellos.
Tres hermanas inseparables, tanto en lo bueno como en lo malo. Y ahora con un miembro más, nuestra pequeña Elena. ¡Cuánto querían a su sobrina! Y ella a su tita Bea y a su Tata.
¡Cuántas fotos nos hizo el fotógrafo! Era un momento para inmortalizar. En muy pocas ocasiones habíamos podido estar todos juntos, siempre faltaba alguno de nosotros, pero esta vez lo conseguimos. Aunque no nos imaginábamos nunca lo que ocurriría pasados unos días de la boda.
Mi abuelita, en esos últimos meses que no la vi había envejecido mucho. Apenas caminaba, no quería salir a la calle tan solo cuando era necesario, y utilizando un bastón. Tuvo que venir a casa de mi madre una modista para tomarle medidas y confeccionarle su vestido para la boda. Tenía una ilusión loca por ver casar a su nieta pero tuvimos que convencerla para que se desplazara hasta la iglesia y que festejará ese día tan inolvidable con nosotros. Se sentía débil y sin fuerzas pero entre todos la convencimos. Ella hacía tiempo que decía: "cuando haya visto casar a mi segunda nieta ya me puedo morir, porque a la tercera no llegaré."
Nosotros siempre la ignorábamos pero... tuvo razón. Esta fue su última foto, sonriente, feliz, emocionada y rodeada de todos nosotros.
¡Cuánto quiero a mi abuela!
Elena, junto a Patricia y Mar fueron las damitas de honor de esta boda. Ellas cuidaron de mi niña de una forma especial, con una delicadeza porque sabían que Elena estaba enfermita.
¡Qué contentas iban las tres cogidas de la mano! Los invitados estaban más pendientes de Elena que de la propia novia. Muchos de ellos apenas habían tenido la oportunidad de conocerla. Algunos solo en fotos y otros en solo una ocasión, cuando celebramos la gran fiesta de su segundo cumpleaños. No daban crédito de verla tan bien sabiendo por todo lo que había pasado.
Después de una preciosa misa, acompañamos a los recién casados hasta la playa, para hacerse unas fotos para la eternidad. Durante todo el camino, en el coche, Elena fue sentada encima de ellos. ¡Qué contenta iba con su padrino y su tata!
Al finalizar el paseo nos marchamos para el Restaurante C'an Tronca, donde nos esperaban todos los invitados ya impacientes.
Allí comimos, reímos, bailamos, nos emocionamos... pasamos una velada espectacular. Un día inolvidable, tanto para los novios como para nosotros. Sin saber que nos depararía el futuro en unos días.
Y con este brindis os dejo hasta la próxima semana.
Como siempre, me trasportas a ala vida de tu hijita hermosa la manera que lo cuentas.
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