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Hola, si es la primera vez que entras en mi blog, quiero comentarte que estamos contando una historia biográfica y por lo tanto, debes comenzar a leer por el artículo más antiguo. De lo contrario, la historia no tendrá sentido. Gracias por seguirnos.

miércoles, 20 de mayo de 2015

ELLAS, SALVARON LA VIDA DE ELENA

Nuestra niña ya estaba despierta. Con su mirada alegre y su gran sonrisa nos animaba todos los días.

Ahora las visitas a la U.C.I.P. eran más reconfortantes. Ya no entraba con esa angustia, sabía que en aquella habitación al final del pasillo me esperaba mi otra mitad. La personita que me daba vida, la que me animaba a seguir luchando por ella. Allí estaba tumbada en aquella cama todavía rodeada de cables y máquinas. Ya estábamos fuera de peligro, nos parecía un milagro a todos. Nuestras suplicas llegaron a su destinatario. 

Cada día le hacían fisioterapia porque en sus pulmones todavía quedaban restos de secreciones. Tenía que llevar las gafitas de oxigeno para facilitar su respiración por la opresión. 
Le pedimos a las enfermeras que no la tuviesen atada, que ella era una niña muy buena y responsable, no intentaría tocarse ningún cable. Y nos hicieron caso, Elena tenía libre sus manitas y como no, en una de ellas siempre estaba con su amuleto. 

Nosotros estábamos en la sala de espera a lo largo del día, solo nos marchábamos para ir a comer y a descansar a casa. Durante nuestra estancia en la U.C.I.P. esa sala fue reformada. Se convirtió en una sala más acogedora. Las visitas ya no eran tan estrictas de horarios. Allí  pasábamos horas y horas hasta la siguiente visita, pero a veces nos dejaban pasar, entre visita y visita, un ratito. Así Elena estaba más tranquila. 
En esa sala conocimos a papás que tenían nuestra misma situación. Los cuales poco a poco, de ser unos desconocidos fueron conocidos, y luego pasaron a ser amigos, incluso más que amigos. Fueron tantas horas y días juntos, que la amistad fue creciendo.

Elena se estaba recuperando muy bien. Sus biopsias no daban signos de rechazo y sus analíticas eran cada vez más estables. Su riñón ya funcionaba con normalidad. Estábamos de enhorabuena. Nos quedaba recuperarnos de los pulmones, había que librarse de esas gafitas  que le molestaban. Aunque ella sabía que las necesitaba y no se las quitaba.
Estaba muy débil, había perdido mucha masa muscular. Su color azafranado había desapareció y sus ojos estaban grandes y blanquitos. Su pelo lo tenía largo y despeinado. El aspecto de mi niña era diferente, su carita había cambiado. La veía más mayor, en tan solo un mes y medio, cuantos cambios. ¡Qué orgullosa me sentía y me siento de ella! Fue una niña ejemplar, querida por todos, y ahora recordada por muchos. Te quiero muchísimo y te echo de menos. ¡Cuánto me cuesta escribir este blog!. Si la semana tiene siete días, el día antes, el que escribo y el siguiente mi cuerpo y mi mente están ausentes. Pero por ella y por todos los niños de NUPA saco fuerzas para seguir contando mi historia. Quiero aprovechar para agradecer a conocidos y anónimos,que cada semana no se pierden "El secreto de Blanquita", el apoyo que recibo con sus llamadas telefónicas, wasaps, mail, sus comentarios en el blog, sus donaciones cuando monto las firas o eventos. Eso me levanta el ánimo y me ayuda a seguir. Muchas gracias de corazón. Un beso a todos.


Era 2 de septiembre. Entramos a nuestra visita del mediodía en la cual los médicos te informan de la evolución del paciente. Y nos dieron nuestro mejor regalo del quinto aniversario de boda. Nuestra niña salia de la U.C.I.P. y subía a planta. ¡Qué mejor regalo que esa noticia! Estábamos felices, emocionados, saltando de alegría... de nuevo juntos. Esta vez las lágrimas eran por una buena causa. 
Nos comentaron que la salida sería a lo largo de la tarde porque antes había que hacerle varias pruebas, y que seguramente saldría por la tarde noche. A nosotros nos daba igual, ¿qué suponía esperar unas horas más, después de tanto?

Elena estaba loca de contenta cuando le dimos la noticia. Íbamos a conocer a nuevas enfermeras, no regresábamos a nuestra planta. Porque los niños trasplantados tienen una planta especial para ellos. En el edificio de maternidad del Hospital "La Paz", en la séptima planta. 

Me daba mucha pena no regresar al hogar donde estuve tanto tiempo, con tan buena gente. Era nuestra familia, nos cuidaron y mimaron en los buenos y malos momentos. ¡Cuánto las quiero a todas!. Pero nos tocaba empezar  a crear una nueva familia en la séptima de maternidad. Tengo que decir que no fue nada difícil.

Las agujas del reloj parecían que no se movían, nosotros estábamos fuera esperando y seguíamos  sin tener noticias. Dieron las nueve, las diez... y pasadas las doce de la noche, nuestra niña salía por aquella puerta verde, acompañada del celador, dos enfermeras y un médico. Sentadita en su gran cama,  apenas se la veía, con su primera mascarilla puesta tapándole su bonita sonrisa. Conectada a una botella de oxigeno y con sus gafitas puestas. Sus ojos expresaban felicidad, y los nuestros aún más. A lo largo del pasillo, hasta llegar a los ascensores, fui dándole la manita. ¡Qué gran regalo nos estaba haciendo nuestra niña!
Ella junto con el personal sanitario subieron en el ascensor privado y nosotros cogimos el otro. Llegamos casi a la vez. Nuestra habitación estaba preparada y en la puerta nos esperaban nuestras nuevas enfermeras para recibirnos. 

Era la habitación 706, con baño privado y una cama para el acompañante. ¡Qué lujo! estaría todo el rato con mi niña. Volvería a ser madre y enfermera. El personal de la U.C.I.P. dejó a Elena al cargo de las enfermeras de la planta, ellos se marcharon de nuevo a su puesto de trabajo. Y el celador colocó la cama en su sitio. Ascen y Adela, las enfermeras que nos recibieron, fueron las que empezaron a atender a nuestra niña. Conectaron las máquinas a la corriente, desconectaron la botella de oxigeno y la conectaron a la salida que había en la habitación. Juanjo y yo, observábamos felices desde los pies de la cama, todo este protocolo. Pero apenas habían pasado unos minutos, cuando yo noté que Elena no se encontraba bien. Ella estaba completamente sentada, con los pies cruzados como los indios, y de repente observé que sus ojos se iban cerrando y que a su cuerpecito le costaba mantenerse sentado. Ella pidió auxilio a su manera. Empezó hacer gestos raros, llevándose las manos a la nariz ... a su cuello. Algo le pasaba,  sus ojos se pusieron en blanco y cayó hacía atrás. Estaba entrando en parada cardiorespiratoria. 


Adela corrió a pedir auxilio al personal de la planta y a llamar a la U.C.I.P para que subieran de nuevo los médicos. Pero ellos aún no habían llegado. Mientras Ascen intentaba reanimarla. Nosotros temblábamos, nuestra niña no respiraba. Nos entró un ataque de pánico. Las enfermeras nos echaron de la habitación, entraron con el desfibrilador (aparato para reanimar) y con todo lo necesario para entubar a nuestra niña. Se estaba ahogando, no respiraba, estaba morada, su corazón dejaba de latir. Nosotros esperábamos detrás de la puerta sin poder hacer nada. A los pocos segundos llegaron corriendo el personal de la U.C.I.P. No se lo podían creer, apenas habían pasado entre ocho o diez minutos cuando ellos mismos habían dejado a Elena perfectamente. Juanjo y yo llorábamos desconsolados sin saber que pasaba, él dando golpes por las paredes y a mí me tuvieron que atender otras enfermeras, casi me desmayé. ¿La habrían podido reanimar?¿Cuanto tiempo sin oxigeno habría estado? El mundo se nos vino encima, no podía ser. Después de tanto sufrimiento y tanta lucha, terminar de esta manera. Pensábamos que Elena se había marchado... cuando de repente se abrió de nuevo la puerta. Y Elena estaba viva, la habían reanimado y entubado de nuevo. Salieron dándole oxigeno con el ambú. No nos podían informar mucho sobre su estado, de momento estaba viva. Se marcharon apresuradamente hacía la U.C.I.P. 
Ellos por el ascensor y nosotros por las escaleras. Los escalones los bajamos de dos en dos. Llegamos a ese estrello y largo pasillo que une maternidad con infantil, donde esta la U.C.I.P. corriendo detrás de la camilla y nuestra pequeña volvió a entrar por esas puertas verdes. Y nosotros... nos quedamos en un rincón de la sala de espera. Asustados, angustiados, nerviosos, temblando... no dábamos crédito a lo que acababa de ocurrir.

De nuevo a esperar, en mi cabeza solo me venía la imagen de mi niña tumbada en aquella cama, sin respirar, morada y Ascen intentando ayudarla... estaba viva pero... 

Menos mal y gracias por la  rapidez de las enfermeras, Ascen y Adela. A partir de ese instante se creo un gran vínculo con ellas. Habían salvado la vida de nuestra hija. Pasaron a formar parte de nuestra familia. Para Ascen, Elena fue como su ángel. Recuerdo que la llamaba mi niña. Siempre pendiente de ella, dándole besitos, achuchones. Ella, en la actualidad, ya no esta entre nosotros, me entristecí mucho cuando me dieron la noticia. Y con Adela, que puedo decir de ella, me quedaría corta. Una persona generosa, cariñosa, amable, con un corazón de oro... para mí fue y es, una persona muy importante en mi vida. Ella fue la auxiliar que recibió a mi niña en la séptima planta de maternidad del hospital "La Paz" pero también fue la persona que estuvo con nosotros en la despedida más dolorosa de nuestras vidas. Cuando Elena se marchó para siempre. Gracias Adela por todo lo que hiciste por nosotros, ni en gestos ni en palabras podré agradecerlo. En la actualidad tengo contacto con ella, nos llamamos y recibe mi postal de Navidad cada año con las fotos de mis nenes. Y cuando voy a Madrid no puede faltar ir a visitarla. Siempre está pendiente de mi familia, nos felicita por Navidad, por los cumples de mis nenes, por el aniversario del fallecimiento de Elena siempre nos escribe unas palabras de cariño. Te quiero Adela.

Hasta la próxima semana.




6 comentarios:

  1. Buenas soy Inma. Que mayor se ve en esa foto!! no puedo ni imaginarme una situacion asi..me duele demasiado tan solo imaginarlo.
    Que mala suerte nada mas salir de la uci.
    Deseando saber algo mas esperare la siguiente entrada.
    Un beso

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  2. Hola, soy Lumi. Una semana más quedamos en vilo por nuestra Blanquita. No puedo hacer más que seguir dándote las gracias por el gran esfuerzo que haces cada semana. Tremenda guerrera, tenía buena maestra. Un arazo muy muy grande.

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  3. Muchas gracias, a las dos por vuestros comentarios. Todos vosotros sois los que me ayudáis a seguir escribiendo. Porque si, es duro. Sobre todo recordar cosas que has intentado olvidar. Un bs y hasta el miércoles que viene.

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  4. Hola Elena, soy Marian. Tuve la suerte de conocerte el domingo pasado en una feria y el lunes empecé a leer tu blog y hoy he llegado a la ultima entrada y que decirte: que os ADMIRO a ti y a tu marido y sobretodo ADMIRO a VUESTRA NIÑA, esa fortaleza que habéis tenido y sigues teniendo al recordar esos momento tan duros y a la vez tan emotivos y bonitos. Gracias por escribir este blog y compartir "El secreto de Blanquita" con todos nosotros!! Besos guapa!!

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    1. Gracias, Marian por leer mi historia. La Asociación NUPA y yo queremos llegar a la gente dando a conocer nuestras vivencias con esta enfermedad, desconocida por mucha gente. Tu gesto me ha llegado al corazón, necesitamos personas como tú que se interesen por nuestros niños. Nos vemos el próximo miércoles. Un bs.

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  5. Hola, Inma mi fiel seguidora. Un día para festejar y al final mira como terminó. Pero gracias a mis amigas, Ascen y Adela por la rapidez que tuvieron Elena siguió entre nosotros. Un bs

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