Todavía estábamos en las 24 horas críticas. Sobre las 19 horas había otra visita en la U.C.I.P. y entramos a verla. Pero antes debíamos ponernos todos los complementos esterilizados para no entrar ningún germen del exterior.
Allí estaba, como la habíamos dejado anteriormente. Algo más estable pero no fuera de peligro. Yo quería estar con ella, tocarla, abrazarla... pero a la vez no podía verla así. Ese rato se hacía interminable, mi corazón estaba encogido, mi cuerpo temblaba, mi rostro reflejaba dolor... pero tenía que expresar fortaleza aunque mis lagrimas fueran por dentro.
Le habían dejado una ileostomía, para poder hacer las biopsias del intestino.
El médico vino a informarnos, y simplemente nos volvió a decir lo mismo... hay que esperar. Elena tenía muchas metas que superar:
unos órganos que tenían que adaptarse a su nueva dueña sin tener rechazo, un pulmón que respiraba artificialmente con un respirador, ya que los pulmones estaban totalmente presionados por el injerto, unos riñones paralizados, un hígado que tenía que depurar la sangre infectada por tanta nutrición parenteral, un intestino que apenas tenía movimiento... ¡ cuántos retos tenía que superar nuestra niña ! Necesitábamos un milagro.
Nuestra familia había estado detrás de los cristales viéndola, aunque apenas se la veía porque estaba al fondo de la habitación.
Entre todos decidimos que teníamos que ir a descansar a casa, porque teníamos que coger fuerzas para mañana, y los días siguientes... porque la recuperación sería larga.
A lo largo de la noche, nuestra niña no estuvo sola, continuamente tuvo visitas de nuestra familia, las enfermeras de nuestra planta. No tengo palabras de agradecimiento hacía ellas, me quedaría corta. Fueron una gran ayuda y un gran apoyo para nosotros.
Aunque nos marchamos a casa a descansar, apenas lo conseguimos. Cada uno a su manera llevaba su dolor por dentro.
Sobre las 12 de la madrugada llame por teléfono, y cuando fue una hora razonable por la mañana volví a llamar. Todo seguía igual, estable pero dentro de la gravedad.
Ya estábamos llegando a las primeras 24 horas. Y Elena seguía luchando, como había hecho en tantas ocasiones.
Todo seguía igual, había que esperar. ¡Cómo llegué a odiar esa palabra, esperar! Pero era así, los médicos no podían hacer nada más. Llevaba sus tratamientos, analíticas continuas, cultivos, biopsias... más controlada era imposible. El tiempo era lo único que no podíamos adelantar, teníamos que dejar pasar las horas, los días, las semanas... porque era una incógnita. ¿Cuánto tiempo necesitaría Elena para estar recuperada?
La noticia del primer trasplante hepático - intestinal permaneció a la espera hasta que el peligro, entre comillas, había desaparecido.
No salto a la luz hasta el 14 de Julio de 2000. Donde nuestra niña fue la protagonista en prensa, periódicos conocidos como El Mundo, Ultima hora, ABC... telediarios, en canales de televisión como TVE, telecinco, Antena 3... revistas de salud... era normal, se tenía que dar a conocer esa gran noticia. El primero en España, pero nosotros aunque era nuestra niña no estábamos alegres. Elena todavía luchaba entre la vida y la muerte. Los medios de comunicación insistieron en entrevistarnos, pero nosotros no estábamos preparados para hablar con nadie.
Durante nuestra estancia en la U.C.I.P. nuestra niña tuvo muchos altibajos. Permaneció allí durante dos meses y diez días. De los cuales estuvo entubada y dormida a lo largo de un mes y once días. Imaginaos, se dice pronto pero pasa despacio.
En ese tiempo, se le cerró progresivamente el abdomen, finalizó el proceso el 21 de Julio. El cual provoco un gran problema añadido. La opresión le impedía la retirada del respirador. Permanecer durante tanto tiempo con la máquina, provocó infección en ambos pulmones, además de una parálisis del diafragma. Por eso Elena dependió tanto tiempo de ella. Sus pulmones no tenían suficiente espacio para coger aire y poder ser independientes. Le costó muchísimo liberarse del respirador, se hicieron varios intentos pero todos fallidos, hasta el 22 de agosto que por fin lo consiguió.
En el interior de su pequeño cuerpecito estaba todo tan presionado que además del problema en su respiración, también tuvo fallo en los riñones. Se quedaron casi paralizados, tanto fue así que nuestra niña se iba hinchando por momentos. Cada vez que entrabamos a verla encontrábamos a Elena cambiada. Se estaba trasformando en alguien desconocido para nosotros. La retención de líquidos era tal, que sus piernecitas estaban llenas de edemas, en sí, todo su cuerpo era un edema. Su piel estaba tan tirante que se agrietaba, formando estrías de las cuales salía su propio seroma. ¡Horrible! Menos mal que estaba sedada porque así no tenía que soportar tanto dolor. Su organismo no respondía ni a los diuréticos. Fue necesario recurrir a la hemodiálisis en varias ocasiones.
Nos libramos de una sola cosa, no tuvimos nunca rechazo. Los injertos funcionaron desde el primer momento. Su nuevo hígado empezó a depurar, y así como pasaban los días el color azafranado de su piel iba desapareciendo. Volvía a tener un tono rosado.
Fue tratada con antibióticos, porque tuvo en varias ocasiones febrícula. Localizándose la infección en los pulmones y en la herida tuvo cándidas.
Necesitó también continuas transfusiones de sangre, sobre todo de plaquetas. Para ayudarle a cicatrizar la herida.
Referente a la nutrición, llevó parenteral hasta el 1 de Agosto. Inició la alimentación enteral, con neocate, el 27 de julio.
¡Cuántas complicaciones! Pero nos demostró su fortaleza y valentía. Desde el cielo tenía quien la protegiera. No era el momento de partir, tenía que estar más tiempo entre nosotros.
Recuerdo, que aún estando sedada, en sus deditos le salieron unas ampollas, porque ella inconscientemente se rozaba el índice con el pulgar, como hacía siempre con su amuleto. Se lo comentamos a las enfermeras y ellas le dieron una de esas camisetas con lunares verdes. Su famoso amuleto. Su protector, su compañero de fatigas. Fue nuestro amigo incondicional durante cuatro años y medio.
Después de tantos episodios y de días de mucha angustia, el hinchazón fue desapareciendo. Ya estábamos a 22 de agosto, había estado un mes y once días entubada y dormida. Pero por fin ese día consiguió mantener su respiración sin ayuda del respirador, pero le pusieron unas gafitas de oxígeno. Y ahora llegaba el momento esperado por todos, despertar a Elena. ¿Le habría afectado neurologicamente tantos momentos críticos? Aunque en varias pruebas que le hicieron los resultados fueron normales, queríamos ver despierta a nuestra niña para comprobar que todo estaba perfecto.
El proceso de despertarla duro unas horas. Pero cuando entramos a la visita de la tarde, que gran sorpresa nos llevamos.
Elena estaba con los ojos abiertos. Ya no eran amarillentos sino blancos como la sabana que la tapaba. Apenas podía hablar. El tubo del respirador le había irritado la traquea y su vocecita era muy débil. Pero ella hizo por susurrar "MAMÁ" y "PAPÁ". ¡Cuánta alegría! Ahora mi cuerpo temblaba de emoción no de dolor. Era mi niña, algo cambiada pero... si, era ella.
Tengo que agradecer el trato recibido en la U.C.I.P. se portaron con nosotros, pero sobre todo con Elena de una forma especial.
Cuando ella despertó, nuestro horario de visitas no era tan riguroso. Nos dejaban estar más tiempo con ella.
Fueron muchos días de angustia, no solo para nosotros, sino también para todo el personal sanitario.
Juanjo, Elena y yo siempre estuvimos acompañados de nuestra familia. La cual se fue turnando para nunca dejarnos solos. Estoy muy orgullosa de tener una gran familia.
Nos vemos en el próximo capítulo.
Me quedo con los ultimos parrafos....cuando os reconocio. Que fortaleza la de la peque y la vuestra. Que historia tan grande por favor no cabe en un blog..ni siquiera en una vida..
ResponderEliminarMuchos besos de tu fiel seguidora Inma
Gracias, Inma. Ese instante tan esperado fue muy especial. Difícil de describir, llegue a pensar que nunca la volvería a ver despierta. Un bs
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