Apenas tenía hongos en su boquita, su tensión ya era normal, los sangrados no eran tan abundantes ni tan continuos. Su analítica mejoraba progresivamente. Su respiración no era del todo buena, teniendo que llevar todavía las gafitas de oxígeno. Su gran herida ya estaba cicatrizada.
Pero ahora daba la cara el típico efecto secundarios de la químio, su pelo tupido iba desapareciendo. Tanto para ella como para nosotros estaba asimilada esta trasformación. Ella decía que iba a ser una niña Cocoli, como su muñeco... sin pelo. Nunca le dio la mínima importancia y nosotros tampoco, sabíamos que en unos meses su pelo crecería.
Se estaba acercando el 12 de Marzo, el cumple de nuestra niña. Ella se merecía una gran fiesta. Aunque su estado de ánimo era algo bajo, decidimos celebrarlo. Vinieron desde Mallorca su abuela Laly, su madrina y su primita Eliamar. Juanjo y yo durante estos meses no nos separamos, nos dábamos ánimos uno al otro. Fue una dura batalla, donde el desafío era contínuo. Un solo enemigo, la químio, pero potente para matar a un regimiento.
Llegó el gran día, durante la mañana decoré su habitación, con globos y un gran cartel de FELIZ CUMPLEAÑOS.
Todos nuestros médicos y enfermeras vinieron a felicitarla.
Incluso los cocineros del hospital se acercaron hasta nuestra habitación trayéndonos personalmente la comida.
Su madrina, su abuela y su prima vinieron cargadas de regalitos para Elena.
Por la tarde, estrenó un vestido para la ocasión. La fiesta fue en la sala de padres la cual también decoré, con globos, carteles, un mantel bonito... todo montado con mucho cariño. Allí lo celebramos todos juntos, familiares, personal sanitario y sobre todo sus amiguitos de la planta.
Elena estaba ilusionada, tenía una gran tarta y pudo soplar su velita.
Luego tiró de la cinta de la piñata y hubo regalitos para todos los nenes.
Fue una tarde diferente, divertida y emocionante. Nuestra pequeña había podido celebrar su tercer cumpleaños, ella seguía con nosotros pese a todos los altibajos que había tenido.
Pasado este evento maravilloso, los días eran tranquilos sin tener que salir corriendo... ¿os imagináis donde verdad? A la U.C.I.
De nuevo iba a empezar el desastre, el inicio del segundo ciclo de químio. Era el 26 de Marzo, Elena ya estaba totalmente recuperada del primero.
Tan solo habían pasado unos días cuando... nuestra pequeña empezó con un sangrado digestivo severo, tuvo una hemorragia con hematemesis y melenas por trombopenia más hipertensión portal. Llevándola con urgencia de nuevo a la U.C.I.P donde allí le administraron hematíes y dos concentrados de plaquetas. Su analítica estaba de nuevo por los suelos. La químio, le eliminaba la vellosidad intestinal y tuvieron que volver a ponerle más horas de la nutrición parenteral (intravenosa) ya que su alimentación oral la mayoría de días era suprimida por las continuas transfusiones, vómitos y diarreas.
Le intentaron hacer una endoscopia para saber de donde procedía el sangrado, pero esta vez Elena no toleró la sedación. Teniendo que ser entubada durante unos días y dormida completamente.
Otra vez la maldita químio estaba haciendo de las suyas. Nuestra niña tuvo que permanacer diez días en la U.C.I.P. hasta que sus sangrados cesaron. Ya que podían provocar de nuevo la hipotensión y allí estaría más controlada.
Durante todo este tiempo de altibajos nuestros familiares nos venían a visitar. En varias ocasiones se encontraban que apenas podían estar con nuestra pequeña, ya que la mayoría de los días permanecía en la U.C.I.P y aunque eramos unos privilegiados no podíamos estar contínuamente con ella. Desde detrás de los cristales, Elena les sacaba una de sus mejores sonrisas y para ellos ya era un gran regalo.
El 11 de Abril regresábamos a nuestra planta, sus sangrados ya estaban controlados. En el trascurso de la recuperación su poco pelo casi desapareció por completo y fue cuando con ayuda de mi suegra le afeitamos la cabeza. Sus cejas apenas se veían. Imaginaros, aunque teníamos asimilado este cambio, fue muy triste verla con aquella imagen. Elena se convirtió en una niña ALADINA. Le compré gorritos, e incluso yo misma con paños del hospital le hice un pañuelo decorado con un sol sonriente. Mi niña estaba ilusionada con su nuevo look.
Nuestra ilusión seguía hacia adelante, íbamos cuenta atrás de camino a una gran boda en Mallorca. Le pedí a mi cuñada, que en una de sus visitas a Madrid, me trajera el vestido que llevó Eliamar en mi boda. Ella fue, con tan solo dos añitos, mi dama de honor.
Cuando nuestra niña lo vio dijo: " voy a ser una princesa, como Bella" como le encantaba esa película.
En una de las tardes que Elena se encontró con ánimo se lo puse. Recuerdo esa cara de felicidad que hacía meses que no veía. Solo se miraba y daba vueltas y vueltas sobre ella misma. Alucinaba, se sentía como Bella en el palacio, pero ella era la princesa en un palacio diferente. Le puse un lazo en la cabeza para que se encontrase más bonita y especial. Ese momento fue mágico, nuestro sufrimiento se había parado por un instante. La emoción rebosaba en nuestra habitación. Aprovechamos para empezar los ensayos, le coloqué una toalla doblada en sus manos simulando el cojín con los anillos. Y mientras nosotros le tarareábamos la música de boda, ella se paseaba de parte a parte de su habitación con una gran sonrisa...
Pese a todo lo que había pasado durante estos últimos meses, Elena intentaba no perder esa sonría tan bonita y característica de ella. La cual nos animaba cargándonos de energía para seguir luchando día tras día. Era una niña tan acostumbrada a llevar este tipo de vida que no se quejaba para nada.
Hasta la próxima semana.
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